Esta investigación examina en profundidad la historia de Crack, una banda española de rock progresivo y sinfónico formada en 1977 en Gijón, Asturias, y su único álbum "Si Todo Hiciera Crack" (1979), considerado uno de los mejores exponentes del rock progresivo español. A través del análisis de fuentes primarias y documentación histórica, se revela cómo esta efímera banda logró crear una obra maestra que transcendió las limitaciones económicas y temporales de su época, estableciendo un legado duradero en la escena musical ibérica. El estudio aborda desde los orígenes de la banda en el contexto de la transición democrática española hasta el proceso de grabación en los estudios Audiofilm de Madrid, pasando por el análisis musical detallado de cada composición del álbum y su impacto en el panorama del rock progresivo nacional e internacional.
Contexto Histórico y Génesis de la Banda
La formación de Crack debe entenderse dentro del contexto de la explosión del rock progresivo español que tuvo lugar durante la segunda mitad de la década de 1970. Este período representó la verdadera era dorada del progresivo español, aunque desfasado del resto del mundo unos cinco años debido a las circunstancias políticas del país hasta 1975. La muerte de Francisco Franco en 1975 había liberado una creatividad musical largamente reprimida, y grupos como Crack emergerían como exponentes de esta nueva libertad expresiva.
Crack fue fundada en 1977 en Gijón, Asturias, comenzando inicialmente como un cuarteto sin guitarra eléctrica. La historia de la banda se remonta al otoño de 1977, cuando Mento Hevia, junto con el bajista original Vidal Antón y Manolo Jiménez, se reunieron con Alberto Fontaneda, un antiguo compañero de clase de la Universidad de Oviedo donde tanto Hevia como Fontaneda habían estudiado derecho. Esta conexión académica resultaría fundamental para el desarrollo intelectual y compositivo que caracterizaría posteriormente a la banda.
La evolución de la formación fue gradual pero significativa. Vidal Antón había "heredado" equipamiento de sonido de una banda anterior también llamada Crack, proporcionando la base técnica necesaria para los inicios del grupo. La incorporación posterior de Rafael Rodríguez en la guitarra eléctrica y el eventual reemplazo amistoso de Vidal por Alex Cabal en el bajo completaron la formación que grabaría el álbum histórico. Esta configuración final constaba de Alberto Fontaneda (voz, guitarra y flauta), Mento Hevia (teclados y voz), Alex Cabal (bajo), Manolo Jiménez (batería) y Rafael Rodríguez (guitarra eléctrica).
Características Musicales y Estilísticas
Lo que distinguía particularmente a Crack de otros grupos de rock progresivo español de la época era su orientación estilística. Mientras muchas bandas españolas seguían las influencias británicas, Crack se inspiraba principalmente en el rock progresivo italiano, especialmente en grupos como Premiata Forneria Marconi. Esta elección estética resultó innovadora, ya que en lugar de seguir a los grupos británicos que "por aquella época ya estaban de capa caída", optaron por la estela marcada por el progresivo italiano.
La instrumentación de Crack era rica y variada, caracterizada por el uso extensivo de mellotron, moog y piano. El sonido distintivo de la flauta de Alberto Fontaneda se convertía en un elemento central, junto con el énfasis especial en las guitarras acústicas y eléctricas a lo largo del álbum. Mento Hevia disponía de teclados decentes para la época, incluyendo un Elka strings, un sintetizador simple y un piano eléctrico Fender, ocasionalmente complementados con un órgano Hammond y un Leslie.
Las limitaciones técnicas eran una constante preocupación para la banda. Como relata la documentación de la época, "siempre resultaba difícil conseguir un sonido suficientemente decente a partir de nuestro sistema de amplificación". Estas dificultades con el equipamiento reflejaban los problemas económicos generales que enfrentaban los grupos de rock progresivo español, que priorizaban la integridad artística sobre las demandas comerciales de las radios.
El Álbum "Si Todo Hiciera Crack": Proceso de Grabación y Producción
El único álbum de Crack, "Si Todo Hiciera Crack", fue grabado en condiciones notablemente austeras que contrastaban con la ambición musical del proyecto. La grabación tuvo lugar en los estudios Audiofilm de Madrid a finales de abril de 1979, con un presupuesto extremadamente limitado que asignaba un máximo de cinco días de trabajo en estudio. Este período incluía tanto los preparativos como la grabación efectiva, lo que convertía la realización del álbum en una verdadera proeza logística y artística.
La producción musical estuvo a cargo de la propia banda, según indican los créditos del álbum. Esta decisión, probablemente motivada por restricciones presupuestarias, significaba que no había participación externa en este aspecto crucial de la producción. Vicente "Mariskal" Romero, el productor habitual de la mayoría de los grupos que grababan para el sello Chapa, aparentemente no invirtió el esfuerzo necesario para "vender" este disco, posiblemente porque Crack no encajaba en el patrón de sus otros grupos de rock.
Un incidente particular ilustra las limitaciones impuestas durante la grabación: Rafael Rodríguez, el guitarrista, no fue autorizado a utilizar su propio amplificador Marshall para la grabación efectiva. Había trabajado meticulosamente durante meses en conseguir sus sonidos específicos con este equipo, pero inexplicablemente fue forzado a usar un amplificador Roland que no sabía configurar adecuadamente. Esta imposición del sello discográfico impactó negativamente el resultado final según el propio guitarrista, quien todavía se lamenta de esta decisión.
Por el contrario, Mento Hevia tuvo una experiencia positiva cuando el estudio le permitió utilizar su mellotron según considerara mejor. Este instrumento se convertiría en uno de los elementos más característicos del sonido del álbum, contribuyendo significativamente a la atmósfera progresiva y sinfónica de las composiciones.
Análisis Detallado del Contenido Musical
"Si Todo Hiciera Crack" consta de siete composiciones que demuestran una arquitectura musical sofisticada y una narrativa conceptual coherente. La estructura del álbum refleja las convenciones del rock progresivo de la época, con temas de larga duración que permiten desarrollos instrumentales extensos y cambios dinámicos complejos.
El álbum abre con "Descenso en el Mahëllstrom" (5:27), una pieza instrumental que establece inmediatamente el carácter progresivo y la calidad técnica de la banda. Este tema, descrito como "instrumental abrasador", sirve como declaración de intenciones estilísticas y demuestra la capacidad de la banda para crear atmósferas complejas sin recurrir a elementos vocales.
"Amantes de la Irrealidad" (6:15) representa una de las composiciones más destacadas del álbum. La pieza combina elementos vocales con desarrollos instrumentales extensos, mostrando la habilidad de Alberto Fontaneda tanto como vocalista como flautista. Las letras, en castellano, abordan temas existenciales y filosóficos característicos del rock progresivo de la época.
"Cobarde o Desertor" (4:56) merece atención especial por su contenido político y social. Esta canción se adelantaba varios años al movimiento antimilitarista y pro-insumisión que se desarrollaría en España durante los años 80 y 90. La letra constituía "toda una avanzadilla de los mil y un temas contra el servicio militar" que habrían de llegar posteriormente. El tema fue extraído como sencillo, convirtiéndose en la canción más conocida de la banda.
"Buenos Deseos" (3:54) presenta un carácter más melódico y accesible, incorporando la participación de una vocalista femenina conocida como "Cani" (Encarnación González). Esta colaboración añade una dimensión tímbrica adicional al álbum y demuestra la apertura de la banda hacia diferentes texturas vocales.
"Marchando Una del Cid" (7:45) constituye una de las piezas más ambiciosas del álbum. Dividida en dos partes, la composición posee "un tiempo militar complementado por tambores y flauta" y evoca inicialmente el sonido de "Passion Play" de Jethro Tull, aunque la banda logra imponer su propio sello distintivo. El tema tiene "un aire épico, una composición sacada del imaginario y la ira, que termina siendo una aventura sinfónica".
El tema que da título al álbum, "Si Todo Hiciera Crack" (10:11), representa la pieza central tanto musical como conceptualmente. Con una duración de más de diez minutos, esta composición "es una canción de tono optimista, que destila libertad en una sociedad que vivía un proceso de cambios". La participación más prominente de "Cani" como vocalista de apoyo se entrelaza con "sonoridades de teclados y guitarra, alternando sintetizadores más exóticos y sugerentes".
El álbum concluye con "Epílogo" (2:19), un tema breve que está "colmada de flauta y piano, dejando pistas de sus influencias". Esta pieza final "termina bajando la cortina a un trabajo casi perfecto, que supo perdurar hasta nuestros días".
Contexto de la Industria Musical y Distribución
El álbum fue publicado por Chapa Discos, un sello subsidiario de Zafiro Records fundado en 1975 por Vicente Romero "Mariscal". Chapa se había establecido como plataforma para las nuevas bandas de rock españolas, formando parte del movimiento que Romero había bautizado como "el rollo" desde su programa radiofónico "Musicolandia". El sello había tenido éxitos previos con grupos como Asfalto, que publicó su álbum homónimo en 1978, precedido por el sencillo "Capitán Trueno" que llegó a vender 350,000 copias.
Sin embargo, el presupuesto para promover "Si Todo Hiciera Crack" fue prácticamente inexistente, ya que la compañía discográfica había optado por invertir en géneros más seguros y comerciales. Esta decisión se enmarcaba en un contexto más amplio donde el movimiento de la nueva ola, conocido en España como 'La Movida', estaba ganando impulso. Aunque el álbum fue reconocido por sus composiciones de rock sinfónico y progresivo, no logró un éxito comercial notable en su momento.
La portada del disco surgió de un concurso organizado por Radio Gijón, donde los oyentes enviaban sus propios diseños. La idea ganadora presentaba un ratón en una jaula en la portada, mientras que la contraportada mostraba la jaula vacía. Esta imagen se conectaba directamente con la estrofa del tema principal: "Dime qué prefieres, si poder vivir tan solo un día libre o en tu jaula mil", convirtiéndose en una metáfora visual poderosa sobre la libertad y la opresión.
Reconocimiento Internacional y Reediciones
A pesar de las limitaciones comerciales iniciales, "Si Todo Hiciera Crack" ganó reconocimiento significativo en el ámbito internacional del rock progresivo. El álbum fue reeditado en CD en Japón en 1989 y 1990, seguido por dos ediciones adicionales en Corea del Sur en 1993 y 1998. Estas reediciones asiáticas demuestran el alcance global que logró el álbum entre los aficionados al género, particularmente en mercados donde el rock progresivo mantenía una base de seguidores dedicada.
El reconocimiento crítico del álbum ha sido consistentemente positivo a lo largo de las décadas. Ha sido descrito como "uno de los mejores álbumes de la historia del rock sinfónico español" y "quizás uno de los mejores albums de la historia del rock sinfonico espanyol". La calidad compositiva e interpretativa del álbum ha resistido el paso del tiempo, manteniéndose como referencia dentro del canon del rock progresivo ibérico.
En 2019, el álbum recibió una reedición remasterizada, disponible en formato digital de alta calidad. Esta reedición ha permitido que nuevas generaciones de oyentes accedan a la obra con una calidad de sonido mejorada, contribuyendo a mantener vivo el legado de la banda.
Disolución y Epilogo de la Banda
La historia de Crack llegó a su fin de manera abrupta en marzo de 1980, apenas un año después del lanzamiento de su álbum debut. La disolución se debió a una combinación de factores económicos y humanos que reflejaban los desafíos generales enfrentados por las bandas de rock progresivo español de la época.
Los problemas económicos fueron centrales en la decisión de disolverse. El costo económico que implicó la ejecución del álbum, combinado con las limitadas oportunidades de generar ingresos suficientes a través de conciertos y ventas de discos, creó una situación insostenible para los miembros de la banda. Esta situación se agravaba por el hecho de que varios miembros habían vivido en comunidad durante un tiempo en una casa alquilada en el pueblo costero de Quintes, en el municipio de Villaviciosa, Asturias, lo que implicaba gastos compartidos pero también dependencia económica mutua.
El "agotamiento natural de un grupo humano que comenzó a desmantelarse y reformarse" también contribuyó al final de la banda. Las tensiones internas, aunque no se detallan específicamente en las fuentes disponibles, aparentemente se intensificaron bajo la presión de las dificultades económicas y las limitadas perspectivas de éxito comercial.
El último concierto significativo de Crack tuvo lugar en marzo de 1980 como parte del cartel de "Las Seis Horas de Rock en Avilés", en el Nuevo Pabellón de la Magdalena. En este festival, la banda compartió escenario con La Banda Trapera del Río, El Aviador Dro y Sus Obreros Especializados, Paraíso y Grisú. Sin embargo, el evento estuvo marcado por "violentos incidentes" que impidieron la actuación de Paraíso y crearon un ambiente hostil con el público lanzando botellas al escenario. La presentación de Crack tampoco fue exitosa, ya que las nuevas incorporaciones "no cuajaron con la esencia de la banda". Pocas semanas después de este concierto problemático, la banda se disolvió definitivamente.
Reunión Temporal y Legado Posterior
La historia de Crack experimentó un capítulo inesperado tres décadas después de su disolución. En 2010, algunos miembros del grupo llevaban 30 años sin verse cuando el musicólogo gijonés Eduardo García Salueña, autor de una tesis y un libro sobre el rock progresivo del cuadrante Noroeste, comenzó a establecer contacto individual con todos los miembros originales. García Salueña promovió un reencuentro que podría haber derivado en la publicación de un nuevo disco.
Para mediados de 2010, todos los miembros sobrevivientes rondaban la cincuentena y vivían en lugares diferentes, pero "la mecha prendió". Los correos electrónicos de octubre de 2009 iniciados por García Salueña derivaron en una cita en Madrid durante un fin de semana largo en la primavera de 2010. Los preparativos para este reencuentro fueron intensos: Mento Hevia y Vidal Antón ensayaron juntos en Gijón, Rafael Rodríguez y Manolo Jiménez lo hicieron en Madrid, y Alberto Fontaneda llegó al extremo de comprarse una nueva guitarra eléctrica en San Juan. Solo faltaba Alex Cabal, quien trabajaba en A Estrada y fallecería en 2016, siendo sustituido por Vidal Antón, fundador original del grupo.
Este reencuentro demostró que "la huella de Crack era demasiado profunda y los recuerdos tan buenos" que justificaba el esfuerzo de reunirse después de tantos años. Aunque no se materializó un nuevo álbum, el evento sirvió para cerrar un ciclo y reconocer el impacto duradero de su única obra discográfica.
Análisis del Contexto del Rock Progresivo Español
Para comprender completamente el significado de Crack y "Si Todo Hiciera Crack", es fundamental situarlos dentro del panorama más amplio del rock progresivo español de los años 70. Durante este período, España experimentó "la verdadera era dorada del progresivo español", aunque desfasada del resto del mundo aproximadamente cinco años debido a las circunstancias políticas del país hasta 1975.
El progresivo español de esta época estuvo "absolutamente contaminado con otros estilos que le dieron en ocasiones un sello distintivo y un sonido único en el mundo". Se pueden distinguir cuatro tendencias principales durante este momento crucial, y Crack se ubicaba claramente dentro de la corriente sinfónica y progresiva más elaborada, junto con otros grupos como Bloque, Iceberg o Smash.
La banda formó parte de una generación de músicos que enfrentó desafíos únicos. Tras la era dorada, la mayoría de grupos desapareció o reconvirtió su sonido para sobrevivir. La época de bonanza había convertido en profesionales a muchos músicos, pero ahora había que sobrevivir económicamente. Las opciones eran limitadas: cambiar de oficio, convertirse en músico de sesión, o reconvertir la banda para adaptarse a las nuevas tendencias del mercado.
Influencias Musicales y Estilísticas Comparativas
La orientación hacia el rock progresivo italiano distinguía a Crack de muchos de sus contemporáneos españoles. Mientras grupos como Genesis, Yes, y King Crimson influían a la mayoría de bandas progresivas europeas, Crack adaptaba "los postulados de Camel, Genesis, King Crimson o Yes a su particular forma de entender lo progresivo, psicodélico o sinfónico", pero con una marcada preferencia por el estilo italiano.
Esta influencia italiana se manifestaba en varios aspectos musicales específicos. La utilización del mellotron, instrumento emblemático del progresivo italiano, era central en el sonido de Crack. Las estructuras compositivas alargadas, los cambios dinámicos frecuentes, y la integración de elementos sinfónicos reflejaban claramente el modelo establecido por Premiata Forneria Marconi y otras bandas italianas del género.
La incorporación de la flauta como instrumento melódico principal también conectaba con la tradición italiana, aunque grupos como Jethro Tull habían popularizado este enfoque en el ámbito británico. Sin embargo, el uso que Crack hacía de la flauta tenía características distintivas, integrándola de manera más orgánica con los elementos sinfónicos y evitando el virtuosismo excesivo que a veces caracterizaba a otras bandas del género.
Impacto Cultural y Social en el Contexto Político Español
"Si Todo Hiciera Crack" debe entenderse también como un documento cultural de la España post-franquista. Las letras del álbum reflejan las preocupaciones y aspiraciones de una generación que experimentaba libertades recién adquiridas después de décadas de represión política. La referencia en la contraportada del álbum a La Mandrágora - "Mil años tardó en morirse…, pero por fin la palmó" - establecía claramente el contexto histórico de liberación del régimen franquista.
Temas como "Cobarde o Desertor" anticipaban movimientos sociales que se desarrollarían plenamente en las décadas siguientes. La canción se adelantaba varios años al movimiento antimilitarista y pro-insumisión, convirtiéndose en precursora de "los mil y un temas contra el servicio militar" que aparecerían en los años 80 y 90. Esta dimensión política del álbum lo conecta con una tradición de rock progresivo comprometido socialmente que caracterizó a muchas bandas europeas de la época.
El título mismo del álbum, "Si Todo Hiciera Crack", puede interpretarse como una reflexión sobre la fragilidad de las estructuras sociales y políticas establecidas. La metáfora de la jaula vacía en la contraportada, contrastada con el hámster enjaulado de la portada, simbolizaba perfectamente el tránsito de la opresión a la libertad que España estaba experimentando.
Técnica y Virtuosismo Musical
El nivel técnico demostrado en "Si Todo Hiciera Crack" sitúa al álbum entre los más sofisticados del rock progresivo español. Las composiciones no se pierden "en una maraña de variaciones y cambios que en este género a veces despistan hasta a los más eruditos del mismo". En su lugar, las piezas mantienen coherencia estructural mientras exhiben la competencia técnica de cada miembro de la banda.
Alberto Fontaneda demostraba habilidad excepcional tanto en guitarra como en flauta, instrumentos que dominaba con igual competencia. Su aproximación vocal, aunque influida por el estilo italiano hasta el punto de que "en algunos casos no se le entiende", añadía una dimensión expresiva distintiva al álbum. La capacidad de alternar entre instrumentos dentro de las mismas composiciones reflejaba la versatilidad característica de los músicos progresivos más talentosos.
Mento Hevia desarrolló arreglos de teclados que aprovechaban al máximo las posibilidades sonoras disponibles en la época. Su manejo del mellotron, en particular, creaba texturas atmosféricas que definían gran parte del carácter sinfónico del álbum. La incorporación ocasional del órgano Hammond con Leslie añadía una dimensión adicional que conectaba con las raíces del rock progresivo clásico.
La sección rítmica formada por Alex Cabal y Manolo Jiménez proporcionaba una base sólida que permitía los desarrollos melódicos y armónicos complejos sin perder estabilidad estructural. Esta competencia rítmica era crucial en un género que demandaba precisión técnica y capacidad de adaptación a cambios métricos frecuentes.
Análisis de la Producción y Sonido
Las limitaciones de producción que enfrentó "Si Todo Hiciera Crack" paradójicamente contribuyeron a crear un sonido distintivo que se ha convertido en parte integral de su atractivo. La restricción de cinco días de estudio forzó a la banda a llegar completamente preparada y a tomar decisiones rápidas que mantuvieron la espontaneidad y energía de las interpretaciones.
La decisión de que la banda asumiera la producción musical, aunque motivada por restricciones presupuestarias, resultó en un álbum que reflejaba fielmente la visión artística del grupo sin compromisos externos. Esta aproximación, aunque arriesgada, permitió mantener la integridad conceptual del proyecto y evitó las interferencias comerciales que podrían haber diluido el impacto artístico.
Los problemas técnicos específicos, como la imposición del amplificador Roland a Rafael Rodríguez en lugar de su Marshall preferido, ilustran los desafíos enfrentados por las bandas progresivas en España. Estas limitaciones técnicas, aunque frustrantes para los músicos, contribuyeron a crear un sonido más homogéneo y menos dependiente de efectos externos, enfatizando las cualidades compositivas e interpretativas fundamentales.
Legado y Reconocimiento Contemporáneo
Cuatro décadas después de su lanzamiento, "Si Todo Hiciera Crack" mantiene su posición como "uno de los mejores discos de la historia del rock sinfónico español". Esta evaluación ha sido consistente a lo largo del tiempo, sugiriendo que las cualidades que inicialmente distinguieron al álbum han resistido los cambios en gustos musicales y perspectivas críticas.
El reconocimiento internacional del álbum, evidenciado por las múltiples reediciones en Japón y Corea del Sur, demuestra que su atractivo trasciende las fronteras culturales y lingüísticas. Esta apreciación global es particularmente significativa en el contexto del rock progresivo, donde la calidad compositiva e interpretativa tiende a ser valorada por encima de consideraciones comerciales inmediatas.
La influencia del álbum en generaciones posteriores de músicos progresivos españoles, aunque difícil de cuantificar directamente, se puede observar en la continuidad de ciertos enfoques estilísticos y en el respeto expresado por músicos y críticos contemporáneos. La banda se ha convertido en "otro unicornio azul en la historia del rock progresivo", una referencia mítica que inspira tanto nostalgia como admiración técnica.
Conclusión
Crack y su álbum "Si Todo Hiciera Crack" representan un momento culminante en la historia del rock progresivo español, encarnando tanto las posibilidades artísticas como las limitaciones económicas que caracterizaron a este movimiento musical. La banda logró crear una obra de calidad internacional a pesar de restricciones presupuestarias severas y un contexto industrial desfavorable, demostrando que la excelencia musical puede trascender las circunstancias adversas.
El álbum permanece como testimonio de una época de transición en España, cuando la libertad recién adquirida permitía explorar expresiones artísticas previamente restringidas. Las composiciones de Crack capturaron el espíritu de optimismo y experimentación que caracterizó los últimos años de la década de 1970, mientras que su sofisticación técnica y conceptual aseguró su relevancia duradera.
La historia de Crack también ilustra los desafíos estructurales enfrentados por el rock progresivo español: la falta de apoyo industrial, las limitaciones técnicas, y la dificultad de mantener la viabilidad económica mientras se perseguía la integridad artística. Estos factores, que contribuyeron a la disolución prematura de la banda, paradójicamente han intensificado el aura mítica que rodea su única obra discográfica.
El legado de "Si Todo Hiciera Crack" trasciende su contexto original, estableciendo estándares de calidad que continúan influenciando a músicos y oyentes décadas después de su lanzamiento. La obra demuestra que la creatividad musical auténtica puede superar las barreras temporales y culturales, asegurando que el mensaje artístico de Crack permanezca relevante para futuras generaciones de aficionados al rock progresivo.